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Medicina 2.0. Hacia el 'liderazgo hereje'

José A. Plaza

Es un no parar. El siglo XXI protagoniza una explosión continuada de nuevas herramientas para la comunicación y la divulgación en salud. El 2.0 ha situado a la misma altura, en muchos frentes, a profesionales y pacientes. Renovarse... ¿o morir?

El siglo XXI ha cambiado, y lo sigue haciendo, la relación entre los profesionales sanitarios entre sí y con los pacientes y la sociedad. Una de las razones es la medicina 2.0, el internet sanitario, que con las nuevas herramientas de comunicación y las redes sociales están instaurando un modelo distinto, más abierto, más expuesto. ¿Más beneficioso? Teoría y práctica sugieren que sí, pero su implantación aún no es suficiente como para hablar de evidencia.

DM ha reunido en la misma mesa a cuatro ejemplos de profesionales subidos en el carro de las nuevas tecnologías de la información y comunicación: Julio Mayol, director médico del Hospital Clínico de Madrid; Marian García, farmacéutica y docente en la Universidad Isabel I de Castilla; Patricia Alonso-Fernández, geriatra en el Hospital Casaverde de Madrid, y Miguel Ángel Máñez, gestor sanitario. A los cuatro se les puede añadir el calificativo de divulgadores, tuiteros, blogueros... La mesa redonda derivó en una conversación entre colegas, el mejor ejemplo de que, como todos señalan, el 1.0 sigue siendo imprescindible. Bastó una pregunta (¿qué ha cambiado la medicina 2.0 y el internet sanitario en el día a día profesional?) para abrir hora y media de debate casi más familiar que profesional.

JULIO MAYOL: La comunicación ha cambiado mucho y la red está sindo muy importante en este proceso. Cuando abrí mi primer blog (Panorama desde el Puente, en 2005, en Diario Médico) había mucho miedo a los pacientes. Éramos muy paternalistas. Hay evolución, pero aún creemos que el paciente está poco preparado. El profesional decía qué era correcto. Aún hay quien considera una aberración este proceso de cambio...

PATRICIA ALONSO-FERNÁNDEZ Porque nos ha gustado mucho la desigualdad de información. Éramos poseedores de todos los datos y el paciente sólo podía entender lo que le procesáramos. En resultados en salud era sólo el profesional el que ponía la etiqueta de bueno o malo. Esto va cambiando, pero quienes creemos en otro modelo nos llevamos puyas y arañazos.

J. MAYOL
“En comunicación persigo un plan que busque al crítico, al rebelde: es una estrategia de procesos más que de personas”

MARIAN GARCÍA: Nuestro reto es gestionar que el paciente tiene mucha información. Estará mejor o peor informado, pero tiene datos. Esto nos obliga a actualizarnos, nos ha sacado de nuestro cómodo cortijo: es un estímulo profesional que nos hace removernos de nuestro asiento. Aún es posible no subirse a este tren y quedarse donde siempre, pero el cambio total es sólo cuestión de tiempo.

M.A. MÁÑEZ: El 2.0 sanitario aportó bidireccionalidad; lo que uno iniciaba lo completaban otros. Esto se está perdiendo. Ahora prima el titular, el vídeo corto, la rapidez...

P. ALONSO-FERNÁNDEZ Con el 2.0 se ha ampliado el horizonte de contenidos, pero lo que ganamos por ahí lo perdemos en profundidad. Antes leíamos artículos completos. Ahora leemos más, pero con menos profundidad.

MAYOL: Ni la gente ni los profesionales eran antes eruditos. No desayunaban leyendo a James Joyce ni el New England Journal of Medicine: no tengamos una percepción del pasado que nunca existió. Le pedimos a internet que provoque cosas que no hacíamos ni queremos hacer. Digamos la verdad: el modelo de comunicación científica está para hacer currículum, que es lo que nos piden, y no para buscar la verdad. De hecho, ahora es más importante dar soluciones que buscar la verdad.

ALONSO FERNÁNDEZ: El caso es que todavía se escucha a menudo eso de Es imposible que el paciente llegue a entender... Seamos honestos: lo que sabemos no es para tanto, aunque lo hayamos querido hacer nuestro pequeño tesoro.

MÁÑEZ: Más allá de soluciones, hay una duda: ¿De quién nos fiamos? Hay muchas fuentes accesibles y públicas, también profesionales, que dicen cosas diferentes. Si ya hay variabilidad en la práctica clínica, en la información sanitaria es aún mayor...

J. MAYOL: Pensemos que de todo lo que hacemos los profesionales quizá sólo un 20 por ciento está sujeto a una total evidencia. Y ni te digo en las recomendaciones a personas sanas. Pocas veces sabemos la verdad; traslada esta realidad al 2.0 y las redes y... M. GARCÍA: ...Y lo que decíamos: ¿de quién te fías? Nos movemos mucho por nuestra propia experiencia.

M.A. MÁÑEZ: Terminas haciéndote tu propia red de información.

M. GARCÍA: Además, lo que llamamos evidencia cambia mucho, y con el 2.0 esta realidad es mayor. Quizá debamos plantearnos si nos generamos dudas, problemas, etc., nosotros mismos, sugiriendo y buscando evidencias donde quizá no sean tan relevantes. El ejemplo del chupete en bebés: ¿es tan fundamental?

M.A. MÁÑEZ “La variabilidad en información es aún mayor que en la clínica. Muchas fuentes... ¿De quién te fías? ¿A quién acudes?

J. MAYOL: No podemos querer arreglar el internet sanitario sin comprenderlo, igual que no podemos aspirar a sanar nuestro cerebro porque apenas lo comprendemos. Internet es un megacerebro, un metacerebro que nos reta continuamente. Hemos abierto la caja de Pandora: ¿cómo la manejamos?

Cambio desde arriba...si hay ayuda desde abajo

La evolución de la nueva comunicación en salud tiene como una de sus consecuencias lógicas el intento de cambiar el sistema. Las herramientas 2.0 y los nuevos perfiles profesionales ya lo hacen per se, pero hace falta un impulso ad hoc para que el cambio no se quede en las redes sociales y entre unos pocos sanitarios. Los protagonistas del debate creen que hay que favorecer la evolución hacia un modelo más transversal, horizontal y participativo. ¿Cómo? De abajo a arriba, pero con ayuda de los jefes.

M.A. MÁÑEZ: Por lo general, al profesional 2.0 aún se le ve un poco friki. Como te comportas en la red tiene que ver con cómo eres: abierto, das tu opinión, la pides, llamas la atención sobre ciertos asuntos, intentas cambiar cosas...Tratas de formar a la gente de alrededor señalando virtudes y defectos del 2.0.

M. GARCÍA: Supone un trabajo añadido. Escribir blogs, recomendar lecturas, difundir apps... ¿Se hace en tiempo libre o en horario laboral? Yo recomiendo aplicaciones y blogs en mi farmacia, y formo a mi equipo. El problema es que esto aún se considera un un plus, no parte de tus funciones.

J. MAYOL: Se puede lograr que esto fluya. De abajo a arriba es difícil, la verdad: sería más sencilo al revés, con apoyo estructural e institucional. El caso de #ClínicoEnTwitter es un ejemplo de que ambas esferas pueden ayudar. Nace desde abajo, agregando profesionales.

P. ALONSO-FERNÁNDEZ: Pero si, como decía Marian, sigue viéndose como algo voluntario y de ocio, no profesional, integrarlo en el sistrema es muy difícil...

J. MAYOL: Yo intento decidir desde arriba un modelo de abajo a arriba. Soy un outsider hiperadaptado, y los hiperadaptados vivimos bien; el problema es conectar con la gente y los profesionales que no están en posiciones de liderazgo formal. Mi estrategia no es sólo la de comunicación: es buscar el liderazgo de los herejes. Buscar a los críticos, a los rebeldes... El MIT ya tiene un premio para desobedientes, por ejemplo.

M.A.MÁÑEZ: El NHS también ha creado una escuela para radicales sanitarios:_es una idea...

P. ALONSO-FERNÁNDEZ: Pero ojo: al sistema le da miedo no controlar las cosas. No lo entiende y no sabe manejarlo, así que trata de hipercontrolar.

M.A. MÁÑEZ: El cambio debe ser estratégico. El sistema debe entender que no es diversión, que las nuevas formas de conocimiento pueden ser trabajo. Aún no nos damos cuenta desde arriba. Un ejemplo son los pacientes y sus quejas: piden cuentas por Twitter, Facebook, blogs, Youtube... Ante esto, el sistema está siendo reactivo, cuando podría aprovechar para ser proactivo. Hace saltar alarmas por algo diferente, pero natural.

M. GARCÍA: Hay que saber filtrar, distinguir; saber qué es relevante en el 2.0. Y poner las críticas, que hay muchas, en contexto.

M.A. MÁÑEZ: Un tuit puede ser portada de un periódico...

M. GARCÍA: Muchos profesionales se informan en las redes, pero el contenido de calidad no es excesivo. Tampoco esto es nuevo, con el 1.0 tampoco había más contenido de calidad que ahora. Las críticas han generado cierto rechazo y han causado que pacientes, profesionales, instituciones, etc., se pongan la coraza. Pero no se puede estar cerrado.

M. GARCÍA
“El paciente informado te obliga a actualizarte, algo incómodo porque te saca de tu cómodo cortijo de las 3-4 cosas de siempre”

M.A. MÁÑEZ: Muchas empresas deciden no estar en redes sociales para que no se hable de ellas. No se dan cuenta de que hablan igualmente, sólo que quizá no se enteran. Hablar del 2.0 junto al 1.0 está bien, porque también es cierto que nos estamos creyendo el ombligo del mundo. Lo online está muy bien, pero ni llega a todo el mundo ni todos lo aprovechan al cien por cien. Los contenidos mueren muy rápido. La velocidad es brutal.

M. GARCÍA: Y la ley no está a la altura, porque no puede estarlo.

P. ALONSO-FERNÁNDEZ: La información es mucho: emisor, receptor, mensaje, canal... La información en sí puede ser hasta lo menos relevante. Puede tener más peso quién la emite, cómo, por qué...

J. MAYOL: Cierto. No es tanto qué dices sino cómo haces sentir. Pasa, por ejemplo, con las campañas de educación sanitaria, que apenas sirven. Mucha gente que comunica no comprende los principios de la comunicación tradicional, ni la 2.0. En redes sociales, por ejemplo, las interacciones son sólo el 1 por ciento de lo que se ofrece. Sólo por utilizar una nueva herramienta no se está comunicando bien per se. La información en sí no es un objetivo.

M.A. MÁÑEZ: Ser accesible es una ventaja, por mucho que no esté bien visto que un jefe o un directivo tenga, por ejemplo, redes sociales. La gente valora que le abras la puerta. Hablar por redes complementa al cauce oficial, pero hay que saber cambiar la mentalidad y saber aguantar críticas.

P. ALONSO-FERNÁNDEZ: Estar en el 2.0 a veces te exige más inmediatez, porque la gente te la pide; te ve ágil en redes y te piden lo mismo en tu trabajo. Y no se puede hacer siempre así. Ser 2.0 facilita, pero también te pone en bretes.

P. ALONSO-FERNÁNDEZ
“Seamos honestos: lo que sabemos no es para tanto, pero era nuestro tesoro. El paciente sabe a veces incluso más”

JULIO MAYOL: Creas más expectativas, quizá. ¿Es peor el influencer del 2.0 que el del 1.0? ¿Cómo llegamos a ser quienes somos? El paciente no suele conocer al médico que le lleva. Le toca el que le toca. En la sanidad privada cuenta más el marketing, pero tampoco garantiza nada. Empezamos a publicar resultados, poco a poco, pero sigue sin ser fácil ver quién es es el mejor.

P. ALONSO-FERNÁNDEZ: En el fondo, no hay tanta diferencia: el 2.0 consolida el 1.0.

Herramientas de cabecera

Las nuevas tecnologías que profesionales y pacientes tienen a mano son incontables. ¿Cuáles son las preferidas de quien hace del 2.0 parte de su día a día laboral? Mucho de lo que triunfaba se está quedando en la cuneta: la revolución es constante y la adaptación es clave.

MIGUEL ÁNGEL MÁÑEZ: Todo empezó con los blogs y los foros (Forocoches, Enfemenino...). Pero estamos en su parte final: Fueron y están dejando de ser.

JULIO MAYOL: El blog es ahora casi más un contenedor.

MARIAN GARCÍA: Ofrece soluciones estáticas. Para qué sirve esto o esto otro. Ya, poco más...

JULIO MAYOL: Facebook es el sitio para temas profesionales. No es tan sesudo como un blog, pero sí mucho más versátil.

MIGUEL ÁNGEL MÁÑEZ: El cambio sanitario en Granada [fusión hospitalaria frenada] se ha fraguado en Facebook y Youtube. Dan amplísima difusión. Luego están los grupos de Telegram y Whatsapp, pero son muy intrusivos. Dan inmediatez y generan mucho intercambio, pero pueden quemar. Agotan.

PATRICIA ALONSO-FERNÁNDEZ: Telegram tiene mucho uso profesional. Estoy en un grupo de más de 300 geriatras sobre revisiones bibliográficas y comentarios de estudios. Es más cerrado que Facebook y no genera tanta difusión, eso sí. Y, sí, puede cansar...

MIGUEL ÁNGEL MÁÑEZ: En mi móvil sólo suena la llamada; no tengo más alertas. Lo miro a menudo, pero sin alarmas.

JULIO MAYOL: Yo hago igual. Consulto a menudo, pero sin alertas.

MARIAN GARCÍA: No olvidemos los vídeos. A mí no me gustan, pero los hago porque, como divulgadora, me los reclaman. Son una buena manera de llegar al público. Eso sí, cortos, de dos minutos.

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